21 jul 2014

Vicky Dapapaya, la periodista de radio

No escuché la entrevista en directo, supe del incidente por los comentarios -insultantes por demás- en Facebook contra Vicky Dávila sobre una entrevista malograda que hizo al director de la Aerocivil, Gustavo Lenis, acerca de un empleado en un aeropuerto.

Victoria Eugenia Dávila
La radio en directo tiene varios riesgos, entre muchos el de que quien conduce el programa y sus colaboradores se entronen como dueños de la palabra y no permitan a su contraparte expresar o informar libremente lo que tenga que responder (recuerdo las entrevistas de Pilar Castaño donde solamente habla ella). En el fragmento escucharán el incidente bochornoso que protagonizaron funcionario y periodista, y en el que ella es quien carga con la responsabilidad de haber metido la pata hasta el fondo dejándose llevar por la "defensa de los usuarios". Ya antes lo hizo al referirse de manera muy ignorante sobre las enfermeras hablando de los problemas que tiene el sistema de salud colombiano.

En mi época de radio nunca tuve la oportunidad de burlarme de ninguno de mis entrevistados ni de mis fuentes, nunca tuve la oportunidad de conducir el noticiero porque era solamente un "cargaladrillos". Me burlé de varios en los corrillos de periodistas mientras esperábamos alguna rueda de prensa, pero jamás en público ni por la naturaleza propia de su cargo… nos burlábamos de sus muletillas o gazapos al hablar, pero al aire y "en sociedad" mantuvimos el decoro y sobre todo, las buenas relaciones con las fuentes.

Lo que exasperó a Vicky fue que el funcionario muy natural y sinceramente le respondiera "no sé" al querer indagar si la Aerocivil indemnizaría a los usuarios perjudicados por el problema que ya pasó a segundo plano. Ella esperaba que Lenis supiera de memoria todos los recovecos de un código de procedimientos, que si es medianamente parecido al Código Civil de Trabajo (que yo sí conocí), no existe ni siquiera un evangélico que se lo aprenda al pie de la letra, mucho menos recién llegado al cargo, como dice el funcionario.

Tal vez si ella supiera la respuesta de antemano porque hubiera hecho una investigación previa a la entrevista, como le enseñan a uno en la universidad, hubiera podido insistirle a don Gustavo en que debería saber la respuesta, pero ella estaba ignorante tal como Lenis y en ese momento no se puso en los zapatos suyos, sino que los pisoteó contrapreguntando groseramente y olvidando que es su fuente, como si hablara con una de sus amigas.

Ustedes ya escucharon el audio, y oyeron que Vicky Dávila se disculpó al cerrar, pero más le vale que lo invite a almorzar en Andrés Carne de Res y le ofrezca el mejor whisky, doble entrada, carne buena y unas disculpas enormes, porque ese incidente puede pasar a mayores: diga usted por ejemplo una demanda por injuria, que aunque no es delito punible, si exige una réplica de disculpa en las mismas condiciones en que se incurrió en ofensa, y de carambola la desacreditación del periodista y del medio.

Otro error que cometió la periodista fue ponerse en defensa de los usuarios. Aunque yo sostengo que el buen periodismo no puede ser imparcial ni objetivo, tampoco sirve como defensa del prójimo. Para eso existen entidades y mecanismos que buscan proteger a los consumidores y los ciudadanos, pero en ningún caso la defensa es misión periodística: denuncia, indagación, exposición, recuento, investigación… son labores del ejercicio informativo, pero no la defensa de nadie y aunque se haga, los alegatos de un periodista al aire no lograrán nada porque no podrá pasar por encima de la Ley y sus códigos. A Vicky Dávila no le trocaba cobrar una plata que nadie sabe todavía si la pagan.

En Colombia este incidente se olvidará con el próximo partido de fútbol, pero Lenis y Dávila jamás olvidarán la lección aprendida:

Vicky: a las fuentes hay que respetarlas, guardar la compostura al aire y mantenerse en calidad de periodista, no de prócer.
Tavo: con los periodistas hay que estar preparado hasta para que le pregunten de qué se va a morir; y si no sabe, no lo confiese, diga que esa información todavía no es precisa o que en un comunicado oficial se tocará el tema para despejar todas las dudas; y por ahí derecho se desenhuesa y encarta a su director de comunicaciones.

Y aunque la jornada futbolera saque del panorama este tema, a sus protagonistas les va a tardar tragarse esa saliva más amarga que masticar la pepita de limón de la ensalada. Es claro que la periodista no tuvo intenciones de ofender al entrevistado, lo hizo amparada por las ganas de ser la voz popular, pero el tiro le salió por la culata y la que entró de periodista salió de payasa grosera.

El caso de Nayibe Sáenz es un triste ejemplo que muestra que no importa lo mucho que hagan los periodistas y las buenas intenciones que tengan, si la Ley no lo dice, no se hace… y si el funcionario que debe cambiar la Ley no se pellizca, tampoco... Pero esa es otra historia.

ACTUALIZACIÓN: la payasada trascendió a que ella se encontró con él en un restaurante para sanar las heridas, en compañía de un chaperón que contara el cuento, con foto de prensa y todo... la nota en Semana.

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